31 de gener del 2013

Palabras de Carlos Alberto González


Gracias a los organizadores por este merecido homenaje a Manel y por permitirme decir algunas palabras. Conocí a Manel cuando realizó el MIR de  Medicina de Familia y Comunitaria, la especialidad que había ayudado a crear Amando Martín Zurro en Catalunya. Con Josep María Antó éramos los profesores de Epidemiología y Salud Pública. Manel formó parte de un grupo de residentes que realizó  luego una carrera brillante en Salud Pública, junto a entre otros, Jordi Sunyer, Jordi Alonso y Carmen Borrell.   

Ha sido una gratificación oír a Carmen Borrell decir que ofrecimos una visión diferente de la medicina y que eso tuvo importancia en su posterior dedicación a la Salud Pública.  Con Manel teníamos además una relación especial, porque yo hacia poco que había arribado  de Rosario (Argentina) y el me contaba que tenia  familiares en Rosario, así que este era un tema frecuente en nuestras conversaciones.   

En la vida uno tiene oportunidad de conocer personas profesionalmente  brillantes pero que como personas dejan mucho que desear, o excelentes personas que profesionalmente sin embargo  no destacan. Manel formaba parte de ese escaso grupo que reúnen las dos condiciones: son profesionalmente muy buenos y son excelentes personas, con grandes cualidades humanas, tal como nos los ha comentado María José y lo demuestra la masiva asistencia a este acto.  


La mayoría de nosotros estamos en el campo sanitario y sabemos que la vida no es infinita y la muerte es inevitable.  Pero nos duele mucho la muerte prematura, la que se produce cuando no toca, como es el caso de una persona joven como Manel. Los que son creyentes en dios, encuentran un consuelo, al pensar que la vida continua en el cielo, con dios. Pero los que no somos creyentes pensamos, que la muerte prematura es una gran injusticia  y nos produce una profunda tristeza y dolor. Manel, vivirás siempre en nuestro recuerdo y en nuestro corazón.   

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