Gracias a los organizadores por este merecido homenaje a
Manel y por permitirme decir algunas palabras. Conocí a Manel cuando realizó el
MIR de Medicina de Familia y
Comunitaria, la especialidad que había ayudado a crear Amando Martín Zurro en
Catalunya. Con Josep María Antó éramos los profesores de Epidemiología y Salud
Pública. Manel formó parte de un grupo de residentes que realizó luego una carrera brillante en Salud
Pública, junto a entre otros, Jordi Sunyer, Jordi Alonso y Carmen Borrell.
Ha sido una gratificación oír a Carmen
Borrell decir que ofrecimos una visión diferente de la medicina y que eso tuvo
importancia en su posterior dedicación a la Salud Pública. Con Manel teníamos además una relación
especial, porque yo hacia poco que había arribado de Rosario (Argentina) y el me contaba que tenia familiares en Rosario, así que este era un
tema frecuente en nuestras conversaciones.
En la vida uno tiene oportunidad de conocer personas
profesionalmente brillantes pero que
como personas dejan mucho que desear, o excelentes personas que profesionalmente
sin embargo no destacan. Manel formaba
parte de ese escaso grupo que reúnen las dos condiciones: son profesionalmente
muy buenos y son excelentes personas, con grandes cualidades humanas, tal como
nos los ha comentado María José y lo demuestra la masiva asistencia a este
acto.
La
mayoría de nosotros estamos en el campo sanitario y sabemos que la vida no es
infinita y la muerte es inevitable.
Pero nos duele mucho la muerte prematura, la que se produce cuando no
toca, como es el caso de una persona joven como Manel. Los que son creyentes en
dios, encuentran un consuelo, al pensar que la vida continua en el cielo, con
dios. Pero los que no somos creyentes pensamos, que la muerte prematura es una
gran injusticia y nos produce una
profunda tristeza y dolor. Manel, vivirás siempre en nuestro recuerdo y en
nuestro corazón.
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